sábado, 13 de agosto de 2011

"AMOR" KAMISHIBAI

Estrategia VIII. Kamishibai

Objetivo: Que los niños descubran que para amar o ser amado, no necesariamente tiene que ser como nosotros o de nuestra familia, sino se da y se recibe de cualquier persona.
“Choco”
  1. Siente a los niños en media luna.
  2. Cuente el libro con ayuda del kamishibai.
  3. Oriente al niño a realizar una reflexión por medio de las siguientes preguntas:
    1. ¿Cuál es el valor principal que se lleva a cabo en el cuento?
    2. ¿Cómo lo pones en práctica?
    3. ¿Qué enseñanza te dejo el cuento?
  4. Dé un tiempo para que los niños realicen  acuerdos sobre acciones que se relacionan con la lectura y que conlleva mejorar la convivencia en la familia, casa, escuela  y la comunidad.
  5. Invite a algún niño que pase de manera voluntaria y comparta su opinión ante el grupo.
CHOCO


Choco era un pájaro muy pequeño que vivía a solas. Tenía muchas ganas de conseguir una mamá, pero ¿Quién podría serlo?

Un día decidió ir a buscar una. Primero se encontró con la señora jirafa.
-¡Señora jirafa! – dijo-. ¡Usted es amarilla como yo! ¿Es usted mi mamá?
-Lo siento- suspiró la señora jirafa-. Pero yo no tengo alas como tú.
Choco se encontró después con la señora pingüino.

-¡Señora pingüino! –exclamó-. ¡Usted tiene alas como yo! ¿Será que usted es mi mamá?  -Lo siento- suspiró la señora Pingüino-. Pero mis mejillas no son grandes y redondas como las tuyas.





Choco se encontró después con la señora Morsa.

-¡Señora Morsa! – exclamó-. Sus mejillas son grandes y redondas como las mías.
¿Es usted mi mamá?
-¡Mira! – Gruñó la señora Morsa-. Mis pies no tienen rayas como los tuyos, así que, ¡no me molestes!

Choco buscó por todas partes, pero no pudo encontrar una madre que se le pareciera.
Cuando Choco vio a la señora Oso recogiendo manzanas, supo que ella no podía ser su madre. No había ningún parecido entre él y la señora Oso.
Choco se sintió tan triste, que empezó a llorar
-¡Mamá, mamá! ¡Necesito una mamá!
La señora Oso se acercó corriendo para averiguar qué le estaba pasando. Después de haber escuchado lo historia de Choco, suspiró:

--¿En qué reconocerías a tu madre?
-¡Ay! Estoy seguro de que ella me abrazaría- dijo Choco entre sollozos.
-¡Así?- preguntó la señora Oso. Y lo abrazó con mucha fuerza


-Sí… y estoy seguro de que también me besaría – dijo Choco.
-¿Así? –pregunto la señora Oso, y alzándolo le dio un beso muy largo.
-Sí… y estoy seguro de que me cantaría una canción y de que me alegraría el día.
-¡Así? – preguntó la señora  Oso. Y entonces cantaron y bailaron.


 
Después de descansar un rato, la señora Oso le dijo a Choco:
-Choco, tal vez yo podría ser tu madre.

-¿Tú? – preguntó Choco.
-Pero si tú no eres amarilla. Además no tienes alas, ni mejillas grandes y redondas. ¡Tus pies tampoco son como los míos!
-¡Qué barbaridad! – dijo la señora Oso- ¡Me imagino lo graciosa que me vería!

A Choco también le pareció que se vería muy graciosa.

-Bueno- dijo la señora Oso-, mis hijos me están esperando en casa. Te invito a comer un pedazo de pastel de manzana. ¿Quieres venir?
La idea de comer pastel de manzana le pareció excelente a Choco.

Tan pronto como llegaron, los hijos de la señora Oso salieron a recibirlos. 
-Choco, te presento a Hipo, a Coco y a Chanchi. Yo soy su madre.
El olor agradable a pastel de manzana y el dulce sonido de las risas llenaron la casa de la señora Oso.
Después de aquella pequeña fiesta, la señora Oso abrazó, y Choco se sintió muy feliz de que su madre fuera tal y como era.

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